¿Cambiamos las catalogaciones por edad de los espectáculos?

¿De qué manera nos condiciona, a la hora de escoger espectáculos, que éstos estén catalogados como «Infantil» o «familiar»? Desde La Baldufa siempre hemos pensado que esta forma de catalogar encasilla los espectáculos y que quizás sería más adecuado hacer como hacen en el cine y hablar siempre de «edades recomendadas».

Ejemplos hay mil: Laika de Xirriquiteula, espectáculos de Zum-Zum como Polzet o creaciones de Marie de Jongh como Amour... son obras que pueden disfrutar perfectamente niños, adolescentes, jóvenes y adultos. ¿Por qué encorsetarlos, pues, como «infantiles»?

De nuestros espectáculos, muchos también aspiran a romper este muro invisible para permitir que los ojos más adultos los disfruten. Por ejemplo Pinocchio, Bye bye, Confetti, Mi padre es un Ogro... Vemos, en cada representación, que las emociones corren de igual modo, sin tener en cuenta la edad.

Una sacudida para reinventar las catalogaciones de los espectáculos permitiría a muchos «para adultos» sumar a niños y jóvenes, y facilitaría que actuaciones «infantiles» incorporaran adultos y adolescentes que muy a menudo no encuentran su sitio en estos cajones de edades que se les imponen.

¿Cómo lo veis? ¿Le damos un meneo a las catalogaciones y adoptamos las del cine para el teatro?